Luces por todas partes, tráfico, villancicos, colores rojos y verdes, promociones por todos lados, anuncios en la tele, ofertas de última hora, jamón ibérico, cotillones, turrones, polvorones, vacaciones de los niños, permisos en el trabajo, cenas de empresa, comidas familiares, degustaciones en centros comerciales, globos de látex, cestas de navidad …
¡STOP! Respira hondo y cuenta hasta diez. Estas son las cosas que, por norma general, preocupan a la población en esta época navideña, pero al colectivo de personas con alergia alimentaria le preocupan otras cosas, más allá de las “comunes”: “¿Qué haré de cenar este año?”, “¿A qué casa tocará ir?”, “¿Cocinarán marisco?”, “¿Cómo explicar mi alergia a la familia de mi pareja, si no tengo mucha confianza?”, “¿Los abuelos volverán a darle comida al niño a escondidas?”, “¿Sabrán poner la adrenalina en caso de accidente?”.
Por no hablar de las frases que nos dicen los demás y cada año se repiten como el turrón (cito las que #MiPuntoFuerte ha puesto en un post hablando sobre lo mismo): “No te preocupes, pues que el niño no coma de eso y ya está”, “Que lo pruebe; lo mismo le gusta y por un poquito no creo que le pase nada.”, “Si no puedo sacar ésto, entonces ¿Qué comemos los demás?”, “Le quitamos la almendra que tiene por encima para que lo pueda comer, no te preocupes”, y un largo etcétera que puedes completar leyendo las 50 frases que nunca deberás decirle a un alérgico.
Después de tantos años conviviendo con alergia alimentaria (¡29!), he pasado por todas las etapas, y qué mejor momento que contarte cómo he hecho mi vida navideña más fácil (además basándome en las buenas experiencias de los demás). ¿Me acompañas a leer este post?
Antes de comenzar, un poco de mi historia en Navidad
Probablemente, ya lo hayas leído de mí muchas veces, pero lo seguiré diciendo: ¡Eres afortunado! Antes no había internet, ni grupos de Facebook, ni etiquetados de productos, ni alternativas, ni las alergias tan conocidas (aunque siguen siendo algo invisibles). Cuando era pequeña, iba a cenar a casa de mis familiares y lo pasaba fatal. Tenían un perro (al que era alérgica), todos fumaban (también me da alergia el tabaco, con pitidos de asma), y, además, cocinaban marisco y el vapor me hacía daño.
Son muchas las nochebuenas y fines de año con los ojos hinchados, urticarias o, en el peor de los casos, urgencias. Realmente, no disfrutaba como cualquier niño, y en aquel entonces, mi familia no era consciente de la gravedad de la situación. Además de eso, me quedaba siempre sin postres y solo me consolaban los regalos. No es justo para ningún niño ni adulto tener que pasar por situaciones de estrés en momentos donde supuestamente tiene que primar la unión y la diversión.
Así que, bajo mi humilde experiencia, te recomiendo que tengas presente estos pasos, para que pongas orden a tus miedos y preocupaciones y veas que es mucho más fácil de lo que crees.
1º paso: Acepta
Tanto si la alergia es tuya como si es de tus hijos, acepta. La mayoría de veces que sufrimos por una situación, se debe a que no aceptamos las cosas tal y como son. ¿Qué puedes hacer tú por cambiar la alergia alimentaria? Ahora mismo, NADA. Entonces, te enfrentas ante la necesidad de cambiar tu propia actitud frente a esa situación.
Sé lo frustrante que es; te sientes incomprendido muchísimas veces, discriminado y hasta avergonzado, porque no quieres ser el centro de atención de toda cena familiar. Pero oye, ¡aprovecha ese protagonismo!, habla de tu día a día, de tu realidad y haz que la gente conecte y empatice contigo. Cuando hablamos sobre lo que nos sucede de manera neutral o positiva, estamos normalizando la situación. No te escondas más; es tu día a día y tu estilo de vida, y merece ser respetado. Empieza tú por darle importancia y el respeto que merece. Verás que cuando seas tú mismo quien lo normalice, será más fácil todo el proceso.
2º paso: Planifica
¿Cuántos eventos hay este mes?
¿Hay alguna escapada de fin de semana?, ¿algún viaje?, ¿celebración de navidad en el cole?, ¿cena de empresa?, ¿cena de navidad?, ¿cena de fin de año?... Cuenta todo lo que hay previsto y empieza a planificar: ¿Cocinarás tú?, ¿quién se encarga de la cocina?, ¿quiénes son los responsables de la organización de ese evento o con quién hay que hablar para adaptar la comida?
¿En tu casa o en la mía?
La pregunta del millón en navidades, porque eso implicará mayor esfuerzo al cocinar, recoger, o bien, no hacer nada y que lo haga el otro. Decidas lo que decidas, ten en cuenta que…
- Si es en tu casa: tienes el control del territorio, de la gente y de la comida. Eres tú quien pone las normas y ganas en seguridad y tranquilidad. Es un mayor esfuerzo por tener que ofrecer tu espacio, cocinar en el caso de que te toque, y además, limpiar una vez todo termine.
- Si no es en tu casa: siempre dependerá de la confianza que se tenga con ese familiar. ¿Es familiar directo o familiar de tu pareja? Esa confianza dependerá de los acuerdos que puedas llegar con ellos, porque muchas veces, no tenemos la confianza suficiente y tenemos que ceder o llevar nuestra propia comida por vergüenza y nuestra propia tranquilidad.
3º paso: Busca y compara
Tanto si vas a hacer la cena en tu casa, como si vas a otras casas, es cierto que hay ciertas “tradiciones familiares” de comidas típicas que se hacen y, a veces, no puedes “romper” con esas tradiciones. Pero, siempre hay alternativas, tanto si las compras, como si decides hacerlas. Hay muchísimos tipos de alergias alimentarias, donde más de 170 ingredientes pueden producir alergia (alérgenos), y solo 14 son de obligada declaración en España. Siempre es mucho más seguro cocinar tú mismo y utilizar materias primas, sabiendo lo que estás utilizando, que comprando productos elaborados donde no conoces todo el proceso de elaboración y la cantidad de “trazas que puede haber o no”. También tienes que tener en cuenta que, eres la persona que más se conoce o quien más conoce a tu hijo con alergia, y sabrás si le afectan las trazas o no, o si los productos horneados con huevo son aptos o no. En cualquier caso, aquí tienes algunos consejos, decidas lo que decidas:
- Productos y etiquetados: en estas fiestas, hay muchos productos elaborados que solo se sacan en diciembre. Si son elaboraciones caseras en grandes superficies, tendrán que llevar el etiquetado, pero, por si acaso pregunta SIEMPRE sobre todo lo que te preocupa (qué otros ingredientes utilizan en la zona de elaboración, si comparten el horno con otros productos, si manipulan con guantes de látex…). En el caso de que sean productos de fábrica, además de leer el etiquetado, puedes contactar con el fabricante y que te indique por escrito si hay presencia de trazas. Los etiquetados pueden cambiar frecuentemente, por lo que no te recomiendo que te fíes si no compras el producto habitualmente, por eso, mejor PREGUNTA.
*Te recomiendo estos tres lugares en España donde comprar dulces y productos aptos: Sin trazas de leche, Xocomon, Confitería el Marqués (por favor, si conoces más, házmelo saber y los incluyo).
- Recetas aptas si prefieres cocinar: si eliges esta opción, TIENES UN AMPLIO MUNDO donde poder explotar tu creatividad y es INTERNET. ¡Dios mío, antes no teníamos internet! Hay infinidad de recetas en Google y en grupos de Facebook, adaptadas a cualquier alergia o intolerancia. Si no, siempre puedes experimentar tú mismo. Por ejemplo, el año pasado, hice un roscón de Reyes sin gluten, huevo, ni leche, ni horno (pronto pondré la receta para que la hagas).
4º paso: Toma la iniciativa
Ser pacientes activos y empoderados nos da credibilidad y seguridad, no solo en nosotros mismos, sino en nuestro entorno. Cuando nos movemos, informamos, tomamos acción y nos ilusionamos con el proceso, contagiamos a los demás. A veces, nos decepcionamos porque esperamos demasiado del otro, y puede ser que, por pura ignorancia, no haya actuado como nosotros pretendíamos. Así que, siempre puedes elegir:
- Cocinar tú: donde puedes demostrar que SÍ SE PUEDE hacer comida apta, rica y saludable. Implica más trabajo, pero ganas en seguridad. Además, no tienes porqué cocinar para todo el mundo, puedes cocinar solo lo que implica al alérgico. O bien, hacer una cena apta para todos.
- Llevar el táper: si no te gusta cocinar, o simplemente no tienes la confianza suficiente con ese grupo de personas para hablar de la situación, siempre puedes llevar el táper con tu comida (yo lo he hecho y, ni tal mal).
5º paso: Explica e informa (¡y no te frustres!)
Damos por hecho que los demás deben saber lo mismo que nosotros, y no es así, ni mucho menos. Nosotros somos las personas que más nos conocemos a nosotros mismos… por eso podemos explicar todo lo referente a:
- Tipo de alergia y reacciones: ¿Reaccionamos por contacto, ingesta y/o inhalación? ¿Tenemos alergia la LTP pero toleramos solo los cereales? ¿Tenemos alergia a los frutos secos, excepto las almendras? Algo tan normal y cotidiano como los besos, pueden hacernos daños si somos muy alérgicos, por lo que, es mejor explicar las cosas con ejemplos cotidianos y basados en nuestro propio caso.
- Trazas: Explicar cosas como ¿Qué son las trazas? ¿Son solo restos de comida que accidentalmente han dado a parar en un lugar donde no deberían estar? Bien, ahí puedes empezar a explicar qué ocurre con el contacto cruzado y cómo evitarlo.
- Seguridad: el estar en un entorno que nos haga sentirnos seguros es crucial para nuestro disfrute y tranquilidad. Si eres alérgico a los gatos y éstos están subiéndose al sillón mientras toda la familia está cenando, puede que te empieces a sentir muy incómodo y ese ambiente no sea apto para ti. Explica cómo se puede modificar algunos hábitos por algunas horas para que puedas estar tranquilo.
- Inclusión alimentaria, no exclusión: ser alérgicos no significa “quitarle lo que somos alérgicos” o “dejar de comer postre porque no podemos”. Se trata de ADAPTAR, INCLUIR y BUSCAR ALTERNATIVAS y maneras adecuadas para que nosotros seamos parte de eso también. La inclusión alimentaria es cosa de todos.
6º paso: Organiza
- ¿Quién y cómo cocina? : ¿Qué espacios de la cocina utilizar y cómo vamos a distribuir el espacio? Se debe cocinar antes que el resto la comida de la persona alérgica y almacenar o separar en un lugar seguro. Si se pide comida a algún lugar, asegurarse que sea apto y seguro para la persona alérgica.
- Llega a acuerdos familiares/ sociales.
- ¿Te hace daño el olor de marisco cocinándose? Bien, se puede acordar llevar ciertas cosas cocinadas y poner todo el marisco a un lado de la mesa.
- ¿No tienes confianza en que otros compren productos no aptos? Que te enseñen una foto antes de adquirirlos o que se comprometan a hablar con el fabricante para verificar trazas.
- Para mí, ese sería el acuerdo ideal y es decidir comer todos lo mismo y que no haya ningún alérgeno que afecte a la persona alérgica. Esta siempre ha sido la opción en mi casa, y como siempre hemos sido 4 (ahora 3), pues al ser pocos, no hay mayor problema. Me he acostumbrado tanto, que es algo normal para todos. En casa, no entra pescado.
- No comprar dulces sin tener uno para la persona que no puede. No vamos a ser egoístas tampoco sin dejar que otros disfruten de algo que, en principio, no nos debe hacer daño si no lo consumimos (depende de cada persona), pero sería muy considerado si se elaboran dulces aptos o se buscan alternativas para la persona que no puede comer de todo.
7º paso: Relájate y disfruta
Como concluyó Sofía, de #MiPuntoFuerte, a nadie le amarga un dulce. Puede que te guste más o menos la navidad, que la pases con más o menos familia, o simplemente, con amigos. Lo importante es pasarlo bien. Si planificas con antelación, buscas, te informas, eres activo, tomas la iniciativa e intentas llevar el control de las situaciones, no tiene porqué pasar nada fuera de lo normal.
Y ten algo por seguro y prepárate para ello: no todo el mundo te va a entender. Hay personas, que por muy cercanas que sean, seguirán pensando que “por un poquito, no pasa nada” o que eres demasiado exagerada. Por favor, no te lo tomes a personal ni te dejes afectar; son personas ignorantes en este sentido y probablemente carecen de empatía respecto a la situación. Céntrate en aquellos que hacen de tu comida familiar algo placentero y seguro para ti o para tus hijos.
Así que, solo me queda desearte felices fiestas inclusivas, llenas de comida apta, amor, cariño, comprensión y empatía.
Un #besosintrazas para ti y toda tu familia.