Y no, no es una frase hecha la de “morir en el intento”, es que, para los que aún no lo sepan, podemos morir de verdad con nuestra alergia alimentaria, y se puede decir más alto pero no más claro. Así que no por este riesgo tenemos que dejar de vivir, disfrutar y encerrarnos en una burbuja. Podría enumerarte algunos consejos vacíos sobre viajar con alergias e intolerancias que puedes Googlear en cualquier momento, pero realmente todo lo que encontrarás en este post está basado en mi experiencia tras 10 años viajando con múltiples alergias alimentarias. ¿Quieres saber cómo lo he hecho y cómo lo puedes hacer tú? Pues quédate conmigo en el siguiente rato: te contaré mi experiencia y cómo puedo ayudarte con lo que he aprendido.
¿Empezamos?
Comencemos por el principio: que no te vendan un viaje “sin gluten” cuando lo que tú tienes es alergia alimentaria
Antes de empezar, una pequeña aclaración muy importante y es la de contextualizar la ALERGIA, porque a día de hoy se confunde mucho el colectivo de personas celíacas con las personas alérgicas. Viajar con celiaquía no es lo mismo que viajar con alergia alimentaria. Actualmente, las personas celíacas, tienen un respaldo mucho más fuerte en este sentido, con restaurantes y hoteles certificados libres de gluten, algo que los alérgicos vemos todavía a años luz. Por otra parte, con alergia alimentaria puedes experimentar una reacción instantánea tan grave que puede peligrar tu vida. En el caso de la enfermedad celíaca, se experimentan síntomas de malestar que causa consecuencias a largo plazo.
¿Cómo empecé a viajar con alergias?
Mi viaje a Dublín
Realmente, nunca me planteé viajar en sí con alergias, es más, lo veía muy lejos. A mis 17 años, hice mi primer viaje sola (como estudiante) durante un mes a Dublín (Irlanda), por una beca de estudios para estudiar inglés (muy famosas en ese momento). Recuerdo que mi madre tuvo que pagar a la agencia de más por estar en una casa de una familia donde teníamos “dietas especiales”. De hecho, mis compañeras en eran vegetarianas, así que, tampoco es que corrieran tanto peligro como yo. Ese viaje me fue muy bien porque era controlado, lo que sí es cierto es que por ese entonces no tenía ni adrenalina ni existían las cartas de alérgenos. Sinceramente, lo que peor pasé del viaje fue que cenaban a las 5 de la tarde y yo a las 8 ya me moría de hambre.
Un intercambio cultural con las islas Azores
A partir de entonces, me empoderé y tan adolescente e inocente me sentía capaz de todo, y con esas ganas por los siguientes años siempre me apuntaba a algún concurso o casting para viajar, y todos esos viajes los conseguí. El siguiente fue un intercambio entre las islas Azores y Canarias. Era un viaje organizado por el Cabildo, así que pude estar alerta con todo, pero he de confesar que tuve un pequeño inconveniente en Azores, cuando en el albergue juvenil donde nos estábamos quedando, el cocinero no me entendía cuando le pregunté mil veces si el postre tenía huevo. Cuando vio que me dio reacción alérgica, entonces me confesó que sí (y eso es lo peor que pasó en ese viaje, del resto, solo me acuerdo de lo que disfruté).
Ese mismo año también pasé una semana en el Algarve Portugués. Me quedé en una finca, así que todo era comida hecha en casa.
Mi Erasmus a Berlín fallido
Al año siguiente, me fui de Erasmus de una manera peculiar. Por razones ajenas a mi voluntad, solo pude estar dos meses en Berlín (Alemania), y aquí puedo decir que tampoco tuve problemas, porque me quedaba en un piso de estudiantes y por ese entonces, la cocina la utilizaba yo sola. Sí es verdad que me costaba mucho encontrar lo que yo solía comer en España, pero era cuestión de adaptarse.
Mi primera aventura nómada por las islas Canarias con RUTA 7 ULPGC
En 2013, salí totalmente de mi zona de confort, aventurándome durante 35 días por las 7 islas canarias en un viaje nómada de voluntariado. Me preocupaba mucho las 45 personas que viajarían conmigo, con las que cambiaba de grupo cada cinco días para hacer una compra conjunta y organizarnos la comida en comunidad, que ese era el sentido principal del viaje. Tuve la gran suerte de dar con personas maravillosas que siempre se adaptaron a mi condición y organizábamos y comprábamos basado en mis alergias. Las únicas experiencias negativas que tuve en ese viaje fueron con animales, cuando visitábamos fincas donde por inhalación respiraba los ácaros de los pelos de animales (cabras, ovejas, caballos…) y me asfixiaba. Al final siempre acababa fuera del grupo en esos casos, pero como siempre, me quedo con lo bueno.
Mi aventura más arriesgada por España y Marruecos
Después de ese viaje, me sentí capaz de todo, así que fui a por más, y esta vez me había aventurado demasiado. Hice una ruta durante 40 días por veintiuna ciudades por Marruecos y España; había sido seleccionada como una de las cincuenta expedicionarias que viajaría en esa aventura. Era un viaje organizado entre jóvenes que ya tenían experiencias en rutas de ese tipo, y al principio, mi única condición para ir es que se tuvieran en cuenta mis alergias. Yo tenía altas expectativas por mi experiencia con RUTA SIETE, pero fue totalmente diferente. Si ya es difícil organizar y dar de comer a 50 personas en un viaje, imagínate tener en cuenta alergias alimentarias. En este caso, lo que se solía hacer cuando estábamos en España es que, si por ejemplo había tortilla (y yo soy alérgica al huevo), a mí no me daban la tortilla, pero tampoco se sustituía por nada. Si había arroz con pimientos y atún, a mí no me daban el atún y acababa comiendo pimientos y arroz sin ninguna proteína. Ese viaje fue un punto de inflexión y de llegar a mis límites completos de frustración, rabia y desesperación. Me sentía más incomprendida que nunca y casi abandono el viaje antes de pasar a un destino más temido, porque todo eso sucedió en España, pero no quería imaginar en Marruecos, que era el Ecuador del viaje.
Como siempre, yo encabezonada, no quería abandonar y continué el viaje, aun valorando las consecuencias y lo desprotegida que me sentía. Lo que me dio “confianza” es que me aseguraron que no tendríamos problemas para comer los primeros días porque tendríamos raciones militares cedidas por el ejército. Perfecto, cuando leí todos los etiquetados de los guisantes enlatados, lentejas, sardinas y todo lo que te puedas imaginar, todo contenía huevo, pescado o frutos secos. ¡NO PODÍA COMER NADA! salvo unas “galletas tipo pan” con mermelada, que fueron mis aliados durante los siguientes días hasta de verdad comer comida más consistente en los alojamientos donde nos quedábamos, donde estaba incluido el cous-cous y las verduras.
Recuerdo que me sentía siempre hambrienta y débil. Era un viaje de voluntariado donde dormíamos básicamente en sacos de dormir, y claro, muchas veces no podía evitar el polvo del suelo ni el aire de los animales si nos quedábamos al aire libre, así que aparte, se me agravaba la rinitis alérgica (pero no hay mejor terapia de choque ;) ). En una de las ocasiones, iban a pasar 2 días subiendo a la montaña más alta de Marruecos, El Toubkal. Yo me sentía tan baja de energía que fue a la única excursión que no fui, porque si ya pasaba hambre normal, no quería ni imaginarme haciendo esfuerzos físicos.
En total, estuve 21 días por Marruecos; cada 1’5-2 días viajábamos a una ciudad nueva. Recuerdo los últimos días que solo comía pan árabe y cocacola, porque prefería no arriesgarme. En las ciudades donde nos quedábamos siempre estábamos en grupo y no podíamos tener la libertad de movernos a alguna gran superficie que no fuera el zoco para poder comprar comida envasada. Cuando te falla algo en tu pirámide de necesidades y éstas son las más básicas, de supervivencia, la realidad es que solo piensas en eso y no puedes disfrutar el momento. Ahora que lo veo de lejos, sigo pensando en el hambre que pasé pero me quedo con que había lugares preciosos, además de muchos compañeros de viaje que siempre permanecerán conmigo. Sin duda esa fue mi experiencia más dura viajando, pero como ves, no dependía de mí al 100%, si no, hubiera sido diferente.
Mi viaje de emprendimiento a Turín, Italia
Después de ese viaje en el que bajé 6 kilos, me di un tregua y no fue hasta el 2017 cuando volví a viajar. Esa vez fui a Turín, Italia, por un viaje de Emprendimiento de un concurso que gané con un proyecto. En esa ocasión, alquilé una casa por Airbnb, y mis compañeros de piso eran Sicilianos; uno de ellos además, cocinero. Qué suerte tuve de poder probar algunas delicias italianas de su mano, porque si te soy sincera, nunca me arriesgué a comer fuera con mis compañeros y siempre llevaba el táper a cuestas. Prefería no arriesgarme y estar segura con lo que cocinaba en el piso. Bueno, en realidad, ahora que lo recuerdo, la última noche me vine tan arriba que sí pedí un bocadillo en un lugar que era famoso, pero me aseguré al 100% con un compañero que era italiano que hablaba perfectamente español y consiguió que tomaran todas las precauciones. Me supo a gloria.
Un crucero por el Atlántico
Este ha sido mi último viaje, en este pasado mes de febrero de 2019, también con un concurso que gané de Emprendimiento, en el que tuve la gran suerte de participar. En este caso, me aseguré casi directamente con el barco mi dieta de exclusión. Tuve una grata sorpresa al embarcar cuando recibí la siguiente carta:
La primera noche, me dieron una carta para “dietas especiales” donde se excluía el gluten y la lactosa, dos alérgenos que a mí no me afectaban, así que para mí no tenía sentido, por lo que solicité más variedad. Me preguntaron qué me apetecía y cuando dije que me apetecía pasta, se dieron cuenta que tenían pasta sin gluten, pero con huevo. Es decir, que una vez más, me daba igual que tuvieran cosas sin gluten (a donde siempre me remitían), cuando contenía huevo. No se podía tampoco subir al barco nada de comida de fuera y tampoco podían pedir comida fuera de lo común, según me comentaron.
El desayuno era tipo buffet, así que, por riesgo de contaminación cruzada, siempre pedía que me trajeran cosas de dentro de la cocina. Me llamó mucho la atención una “zona sin gluten” donde había productos sin gluten y justo al lado, productos con gluten. Estaban demasiado cerca para contaminarse, así que lo informé al personal del barco. Al día siguiente, habían quitado el cartel de “zona sin gluten”. Pero bueno, esto solo era una observación, porque a mí no me afecta el gluten. Lo que me afecta, es que les pida un crêpe sin huevo y cuando me lo traen me digan “un crêpe sin gluten para ti” y que huela a huevo porque se habían equivocado de alérgeno. Me pasó durante dos días seguidos. Dentro de lo que cabe, comí bien, aunque me faltó variedad. Tenía un camarero para mí en las cenas y desayunos y podía siempre pedirle lo que necesitara; creo que lo volví loco, como hacemos todos los alérgicos, y no es porque estemos paranoicos, es que nos tenemos que asegurar nuestra supervivencia, y más, en altamar.
Cuando salíamos fuera del barco y teníamos que comer fuera, gracias a que en Canarias no tuve inconveniente porque siempre pedía carne y papas hechas en un lugar aparte; no quería arriesgarme a pedir nada más. El único lugar donde no comí fuera es en Madeira, porque no sabían ni lo que era una carta de alérgenos. No quería que me sucediera lo mismo que me pasó en Azores. Y bueno, como no, volví a Marruecos, y esta vez, para recordar viejos tiempos, comí pan árabe y cocacola.
Tienen frutas muy apetitosas en puestos callejeros, que te sirven en batidos, pero usan la misma batidora con todas las frutas, y no quise arriesgarme. Una vez más, un viaje maravilloso, con el que me quedo con las personas con las que lo compartí.
¿Qué hacer antes de viajar?
Y ahora sí, creo que después de haberte contado todas mis experiencias, puedo ser la persona más indicada para darte consejos reales sobre viajar con alergias. Antes que nada, esto es aplicable siempre dependiendo del tipo de viaje que quieras hacer, destino, acompañantes, formato (aventura, tranquilidad, todo incluido, mochilero…) y el tipo de alergia o intolerancia que tengas. Comencemos:
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Tener un diagnóstico por un médico especialista
No vale el “soy alérgico” cuando en realidad “no te gusta algo”. Por favor, danos el lugar y la importancia que nos merecemos. Nos deben tomar en serio, y por culpa de muchas personas que fingen tener alergias e intolerancias, no nos creen cuando vamos fuera. Pídele a tu médico el informe de alergias o intolerancias con tu tratamiento específico.
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Traduce el informe al inglés o al idioma del país de destino.
Te aconsejo que, si te lo puedes permitir, te lo traduzca un profesional. En mi caso, se lo pedí el favor a una profesora de mi universidad. Es muy importante que los conceptos técnicos se entiendan, por eso debe hacerlo un profesional.
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Lleva bien identificadas tus alergias e intolerancias
Puedes usar las tarjetas que he creado para ello en español o en inglés. Es muy importante que las personas entiendan tu restricción alimentaria: si es una alergia, si es una intolerancia o enfermedad celíaca. No a todo el mundo le afectan las trazas o no todo el mundo tiene el mismo grado de reacción, por eso siempre explícalo con sinceridad.
Puedes descargar las tarjetas gratuitamente aquí.
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Lleva contigo información sobre la contaminación cruzada o aprende a expresarlo
Si en España aún es difícil que la gente esté concienciada acerca de la contaminación cruzada, cartas de alérgenos o reacciones, imagina en otros países que no son de Europa. Hay lugares donde no hay reglamento para todo esto y donde ni siquiera habrán oído hablar de las alergias. Infórmate mucho sobre el destino antes de visitarlo y vete con los deberes hechos (detrás de la tarjeta se explican los tips más básicos para evitar la contaminación cruzada). -
Elige tu destino con consciencia
Al elegir destino, asegúrate que, en base a tu grado de alergias o intolerancias, sea lo menos arriesgado para ti. Por ejemplo, si eres alérgico al pescado y te vas a Galicia de acampada y a pescar, mala elección, porque por mucho que quieras adaptarte, hay momentos y lugares donde realmente no se puede por la propia condición del lugar.
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Organiza tú mismo el viaje
No hay mejor persona que tú para conocer tus necesidades especiales y tratamiento. Buscar información con calma; hoy en día tenemos muchísimos recursos en internet.
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Informa SIEMPRE de tu condición antes del viaje
A tus acompañantes, compañía aérea, hoteles o excursiones, para que puedan ofrecerte alternativas, si las tienen. En el caso de las compañías aéreas insiste mucho, porque los pasajeros tenemos derecho a que no se sirvan durante el vuelo alimentos que puedan poner en riesgo nuestra salud (por ejemplo, las bolsas de frutos secos que sirven en el catering). Sí es verdad que no todas las compañías se lo toman bien, por eso habla con todas las personas posibles. Puedes leer un artículo que escribí sobre las compañías aéreas y las alergias aquí.
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Elige un buen alojamiento, si puede ser, con cocina
Si no tienes tanto presupuesto, o simplemente quieres ganar en tranquilidad, siempre elige alojamientos con cocina: Airbnb, por ejemplo, es una excelente opción.
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Si optas por hotel, infórmate y contacta antes de reservar
Asegúrate directamente con los alojamientos el caso de tu dieta especial y si es posible que puedan hacer tu comida aparte. Los hoteles todo incluido, por ejemplo, son hoteles masificados donde, si vas en plena temporada alta, es más difícil que puedan tener cuidado contigo. Además, todo es de buffet y tendrías que pedirlo todo en cocina. Ten en cuenta todos estos detalles y si estás dispuesto a pasar por ellos durante tu viaje. Yo, por ejemplo, si voy a algún hotel, opto por hoteles con opciones a la carta. -
Familiarízate con el lugar antes de visitarlo
Ten localizados los supermercados, hospitales, alquiler de coches, números de emergencia y todos los detalles que creas necesarios antes del viaje. ¿Has usado el muñequito naranja de Google? Con él puedes viajar como si estuvieras allí ;) -
Lleva contigo snacks caseros o aptos para ti
Te harán falta en caso de imprevisto y no estarás de mal humor si tienes hambre. Por ejemplo, fruta desecada o barritas energéticas (las puedes hacer caseras).
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La medicación, por supuesto, siempre encima.
Asegúrate de tener, al menos, dos inyectores de adrenalina (en fecha) y tener localizados los hospitales y centros de salud dentro de los lugares donde estarás. -
Aprende lo básico en el idioma del destino
Si no estás familiarizado con el idioma del destino, asegúrate de llevar un listado con los alimentos traducidos para que puedas comunicarte mejor. Si no te sientes seguro, busca un acompañante o guía con el que te sientas más seguro. -
Si no te transmite confianza, NO VAYAS o no PRUEBES.
Recuerda mi historia en Marrruecos. Preferí beber cocacola y comer pan antes que pedir comida en los puestos callejeros. En primer lugar, porque cuesta mucho explicarlo cuando el idioma es una barrera y, en segundo lugar, porque no están concienciados.
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Si algo no sale como esperabas, no te frustes
Ya has visto todas mis experiencias, y son normales durante los viajes. Al final, lo más importante es que tengas en cuenta que en algunos momentos es preferible que pases hambre antes de arriesgarte (aunque suene un poco fuerte).
Esto solo son conceptos muy básicos y mínimos a tener en cuenta, porque cada viaje es un mundo pero también es un aprendizaje. Yo nunca pensé que podría viajar tan lejos y mucho menos a lugares tan inusuales para mí.
Para que puedas saltar esa barrera y romper el hielo, te aconsejo que empieces poquito a poco: primero fuera de tu ciudad, luego de tu provincia, luego en países desarrollados de Europa y, ya si te sientes seguros, pruebes el ir más lejos pero siempre siguiendo los consejos que te he dado.
Hay algo que no podemos cambiar y es la cultura o manera de hacer las cosas de otras personas. Cuando viajamos, nuestra mente y nuestro mundo se abre. La vida está hecha para que disfrutemos todo lo que podamos; si nos encerramos en nuestra frustración y nos ahogamos nosotros mismos en casa, nunca saldremos al mundo exterior que nos espera. Sé que está lleno de peligros, pero estás más preparado de lo que crees para afrontarlos. Todo lo que depende de ti está en tu mano, el resto, no lo puedes controlar, así que te animo que empieces por el primer paso y es elegir tu siguiente destino, aunque sea una casa rural a 20 kilómetros, ¿Te he convencido?
Si necesitas ayuda o consejo, puedes escribirme y te atenderé encantada.
Un beso #sintrazas a todo mi #equipotaper