“Me dijeron que con mis alergias alimentarias no podría ser madre y hoy estoy embarazada” - Entrevista a Susana Torralbo

Instagram se ha convertido en una red social que puede sacar lo mejor o lo peor de nosotros mismos, dependiendo siempre del uso que se le quiera dar. Allí compartimos, criticamos, nos inspiramos y también nos emocionamos. Pero, hay veces que tendemos a frustrarnos porque tendemos a idealizar las “perfectas” vidas que creemos que tienen los demás cuando solo vemos los platos de comida impolutos y llenos de color, viajes de ensueño y continuo disfrute. 

A mí me gusta seguir en Instagram a personas que me aporten valor, que me inspiren y con las que aprenda cosas interesantes. Una de esas personas es Susana Torralblo, una publicista que hace fotos preciosas que hicieron que me enamorara de todo su feed lleno de color y magia. Al verla, me producía profunda admiración que inevitablemente hizo que pensara que seguramente su vida sería perfecta.

Un día cualquiera, viendo sus entretenidas stories, me topé con unas fotos impactantes, a mi parecer, y unos textos que me ponían los pelos de punta porque me sentía muy identificada. Hablaba de sus alergias alimentarias. ¿Cómo iba a imaginarme yo que alguien como ella hablara de eso y de esa manera? ¡Ella tenía alergias, como yo! Había creado un proyecto fotográfico basado en todo lo que sentía teniendo alergias. Ya no me sentía tan rara ni única en el mundo. Me gustó tanto la manera que tuvo de plasmar todas nuestras sensaciones mediante fotos que tuve que entrevistarla. ¿Te apetece conocerla juntos?


"Esta la primera foto de mi proyecto fotográfico "inDIgestas", una colección de imágenes que muestra mi relación extraña, dual, bipolar, dañina y, a veces, obsesiva con la comida. Hace cuatro años me diagnosticaron un extraño caso de alergias alimentarias múltiples que hay día de hoy hacen que sólo pueda ingerir unos pocos (muy muy pocos) alimentos. "inDIgestas" es mi forma de luchar contra la frustración que esto me genera, los límites que ha supuesto en mi vida y aceptar lo que me pasa."


¿Cuál, cuándo y cómo fue tu primera experiencia con la alergia alimentaria? ¿Te pilló por sorpresa?


He tenido varios episodios aislados a lo largo de mi vida, hasta la última etapa en la que ya se convirtió en un problema de mayor magnitud. El primero fue a los 2 meses de vida, exactamente el día en que mi madre dejó de darme el pecho y tomé mi primer biberón de leche de fórmula. Resultó que era alérgica a la proteína de la leche de vaca y no lo sabíamos. Mi madre dice que después de la toma, me tumbó en la cuna y al momento oyó que me ahogaba. Estaba vomitando y no podía respirar. Por suerte, después de 2 años de seguimiento médico empecé a tomar leche de nuevo y no tuve problemas con esto hasta llegar a la treintena. 


El siguiente episodio fue a los 12 años, con el marisco. Realmente no fue nada grave, simplemente algunas ronchas por el cuerpo. Pero el alergólogo me prohibió comer marisco y he estado sin catarlo hasta hace pocos años.


Mi episodio más importante con las alergias comienza a los 29 años, cuando sufro un edema de glotis después de comer, y llego al hospital al borde de la parada cardio-respiratoria. Es ahí cuando se suceden pruebas de todo tipo y terminan diagnosticándome tantas alergias que al salir de la consulta del médico ni siquiera sé qué voy a desayunar al día siguiente. Todo me dio positivo. Alimentos que ni siquiera se te pasan por la mente, como la patata, la sal o el ajo.  Termino antes si menciono aquello que sí podía comer: carne, pescado azul, huevo, naranja, kiwi, plátano y, sorprendentemente, marisco. Sí, después de 17 años sin probar el marisco, de repente, ironías de la vida, era de lo poco que podía comer. Me quitaron los cereales, los lácteos, la soja, las leguminosas, las verduras, casi todas las frutas, el pescado blanco… Me lo quitaron todo. Perdí 10 kilos de golpe y con 30 años llegué a pesar 40 kilos. 




¿Qué hiciste cuando te lo diagnosticaron tantas alergias alimentarias? ¿Investigaste por tu cuenta o te dieron la información que necesitabas?


Empecé una peregrinación de consulta de alergólogo en consulta de alergólogo. Todos parecían iniciar mi caso con muchas ganas, pero terminaban haciendo exactamente las mismas pruebas para quedarse después en blanco. Su única respuesta era que no comiera ninguno de esos alimentos. 


Me sentí muy sola y muy perdida porque no vi en ninguno de ellos las ganas de llegar al fondo del asunto, aunque fuera por curiosidad científica. Las mismas pruebas, las mismas conclusiones… ¡y ahí te quedas con tu problema! 


Desencantada hasta la saciedad con el mundo de la medicina tradicional y, sobre todo, con médicos que parecían más burócratas que sanitarios, con cero empatía y voluntad de ayudar, de investigar y de evolucionar, decidí indagar otras vías. Y de repente di con el campo de la bioneuroemoción. Descubrí que había un centro en Barcelona y, tras ver varias conferencias y testimonios de pacientes, decidí pedir cita. Ese fue el punto de inflexión que me llevó a mejorar mi calidad de vida notablemente.



¿Supiste gestionarlo desde el primer momento? ¿Qué fue lo que más te costó?


No puedo decir que supe gestionarlo. Durante mucho tiempo simplemente me resigné. Me conformé con tener una dieta pobre que iría mermando mi salud poco a poco. Me conformé con encontrarme siempre mal, con dolores musculares, intestinales, diarreas… Me conformé con no poder comer fuera de casa. Me conformé con ser la rara que en las reuniones sociales siempre tenía que explicar por qué no comía mientras los demás lo hacían. Me conformé con no viajar… Pero más allá de la resignación, no puedo decir que lo llevara bien. Y lo que más me dolía, sin duda, no era el malestar físico sino lo limitada que me sentía para hacer una vida social normal. 


Uno de los capítulos más importantes en mi vida como multialérgica es el dolor. Hay días en que el dolor es tan grande que sólo deseo que me abran en canal para sacarme todo lo que he comido. Esta foto pertenece a mi proyecto personal inDIgestas.


¿Cómo influyó el diagnóstico en tu estilo y calidad de vida?


Influyó a todos los niveles. Como comentaba en mi respuesta anterior, cuando tienes semejante magnitud de alergias, tu estado físico se deteriora bastante, pero también lo hace tu vida social. La suma de ambas cosas se convierten en un cóctel molotov terrible y terminas por sufrir consecuencias a nivel psicológico y emocional. Después de 3 años viviendo con estas limitaciones, desarrollé una depresión profunda y estuve 1 año en tratamiento. 


2ª Foto de la serie inDIgestas. La degradación física que provocan las alergias alimentarias no suele ser apreciable exteriormente, pero se produce de manera progresiva y se deja sentir notablemente por quienes padecen esta enfermedad. Tanto es así que muchas veces en su diagnóstico llega a confundirse con la fibromialgia.


¿Podrías contarnos cómo fue el proceso de llegar a transmitir en un proyecto fotográfico lo que sentías con tu situación teniendo alergias alimentarias?


La fotografía ha sido fundamental para mi proceso de curación.  Llegó un momento en que había perdido tanto peso y me sentía y me veía tan mal que empecé a rechazar mi propia imagen. De hecho, evitaba en todo lo posible tener que mirarme en un espejo. Gracias a los autorretratos empecé a mirarme de nuevo, a aceptarme y a reconocerme dentro de mi propio cuerpo. Al principio me usaba como modelo en mis propias fotos simplemente para experimentar con la cámara, por mejorar mi técnica, por el placer de fotografiar… Pero las borraba enseguida. Poco a poco fui guardando algunas. Y, sorprendentemente, de forma paulatina incluso me atreví a enseñarlas. De repente me di cuenta de que el autorretrato estaba siendo la mejor terapia que había tenido nunca y que podía ir un paso más allá: podía hacer algo creativo con las alergias. Si la vida me había dado eso y no podía cambiarlo, ¿por qué no usarlo al menos como vía de expresión, para canalizar cómo me sentía? Así nació mi proyecto fotográfico sobre las alergias.



¿Sentiste apoyo por parte de tu entorno? ¿Cómo gestionabas la parte social? ¿Te sentías comprendida?


Me sentía comprendida sólo por mi familia más cercana. Más allá del núcleo familiar, era un poco el bicho raro de las reuniones sociales. Pero lo peor se daba en mi entorno laboral. Necesitaba acudir al médico de forma muy frecuente y me costaba mucho conseguir que me dieran permiso. Necesitaba que mis compañeros taparan los platos que calentaban en el microondas de la oficina para poder usarlo yo también y no lo hacían (con lo cual en la hora que teníamos para la comida tenía que correr a casa a toda pastilla, comer allí y volver). Estaba tomando una cantidad muy alta de antihistamínicos por las noches, que hacía que me levantara súper somnolienta por las mañanas y propuse entrar una hora más tarde para no conducir en esas condiciones y salir una hora después, pero tampoco lo aceptaron… En fin, que no tuve facilidades de ningún tipo. 


¿Superaste la alergia al completo? ¿Qué cosas hiciste?


Gracias a mi experiencia en el centro de bioneuroemoción de Enric Corberá y a ciertos cambios que introduje en mi vida (como dejar mi trabajo), a día de hoy puedo decir que tengo superadas mis alergias al 95%. Como prácticamente de todo y casi siempre me sienta bien. He tenido algún episodio puntual, pero jamás ha ido más allá unas simples diarreas. No he vuelto a asfixiarme ni a sufrir ningún edema de glotis. Mi día a día es el de una persona sin alergias. ¡Y ya no necesito ir a todas partes con una jeringuilla de adrenalina en el bolso!


¿Crees que es más fácil gestionar una alergia cuando te la detectan de niño o de adulto, cuando ya lo has probado todo?

Creo que emocionalmente lo llevas peor de adulto. Pero no quisiera estar en la piel del padre de un niño alérgico. El adulto lo pasa mal pero tiene un control absoluto sobre los posibles riesgos. Con los niños es más complicado que sean conscientes y estén continuamente alerta. Jugar con un amigo que ha comido algo a lo que es alérgico, merendar en un cumpleaños… Cualquier actividad simple exige un estado de cuidado y alerta que sobrepasa a cualquier niño, por muy concienciado que esté. Ningún niño debería pasar por esto...


¿Qué fue lo peor que has vivido con alergias alimentarias? ¿Podrías sacarle algo positivo? ¿Has aprendido algo positivo en torno a esta situación?


Lo peor que he vivido ha sido el edema de glotis. El sentir que te ahogas y que ahí, en ese momento, y de la manera más tonta, tu vida se acaba.


Pero sin duda, he sacado muchas cosas positivas de esta experiencia. Sobre todo, la certeza de que siempre le puedes dar la vuelta a una situación, que pueden pasarte cosas horribles, pero una parte muy importante de lo que te sucede está en cómo te lo tomas tú. 


¿Qué consejo le darías a una persona que acaban de diagnosticar con multialergias alimentarias?


Me encantaría decirle que no se resigne tantos años como hice yo. Los alergólogos sólo tratan (y entienden) una parte muy pequeñita de esta enfermedad. Si te quedas sólo con esta parcela tan acotada, estás reduciendo mucho tus posibilidades de mejora. Mi consejo es que pruebe con otros especialistas, que investigue, que explore, que se mueva, que confíe en que puede cambiar por completo su estado de salud aunque un médico desganado y con muy pocas inquietudes le haya dicho lo contrario. 


A mí me dijeron que no volvería a comer todo aquello que eliminaron de mi dieta. Y lo como.


Me dijeron que no podría ser madre. Y estoy embarazada.


Me dijeron que perdería piezas dentales. Y a día de hoy le sonrío a la vida. Con todos mis dientes. Pero, sobre todo, con ganas, con muchas ganas. 


SOBRE SUSANA TORRALBO

   
      Susana Torralbo es publicista, filóloga y una gran apasionada de la fotografía. De hecho, es en este cruce de caminos de la publicidad, la escritura y las fotos donde se mueve como pez en el agua y saca lo mejor de sí misma. En el mundo del marketing online y las redes sociales, en el que tan importante es saber promocionarse y  comunicar, ella ha encontrado su sitio. Asesora a emprendedores y negocios creativos y por sus cursos online (sobre Instagram, video, lanzamientos creativos y storytelling) han pasado miles de alumnos para aprender a comunicar mejor.